Agua y tierra son elementos básicos para la subsistencia de los grupos humanos, a partir de ambos se desarrolla la agricultura, la pesca, la caza, la recolección, entre otros; se sabe que los principales conjuntos urbanos se establecieron cerca de suministros de agua y tierras adecuadas para cubrir las necesidades de la población en crecimiento, pero estos recursos pronto fueron usados para ejercer poder de unos cuantos hacia la mayoría, un ejemplo son las obras hidráulicas como las presas cuya construcción afecta de manera considerable las formas de vida de los pueblos ubicados en los territorios donde han sido instaladas, sin embargo las poblaciones aledañas son quienes han tenido que cargar con los problemas que resultan con el paso del tiempo. Este es el caso de Tlachaloya, localidad otomí del norte de Toluca la cual desde la década de los 60 ha sufrido problemas de contaminación del agua y el suelo principalmente, afectando sus costumbres, tradiciones, así como otras manifestaciones culturales, no obstante en este trabajo se presenta cómo es vivir y resistir el impacto de una herencia no deseada, a partir de esto se logra visualizar cómo se preservan y fortalece la identidad cultural otomí que caracteriza a una región que sigue resistiendo y luchando ante los constantes cambios de la época actual.