La educación y el género se han convertido en ámbitos ineludibles en el campo del desarrollo, bajo la idea fuerza (driver) de que la educación contribuye al empoderamiento de las mujeres alrededor del mundo. Las críticas al desarrollo están bien establecidas, también desde la perspectiva de género. Autoras como Chandra Mohanty y Vandana Shiva han señalado, por ejemplo, el sesgo etnocéntrico en las formas de comprender las desigualdades de las mujeres del mundo, así como las consecuencias negativas de los procesos de modernización para las mujeres del Sur Global. Sin embargo, en el ámbito de la cooperación y la ayuda al desarrollo, la educación sigue considerándose un campo neutral y despolitizado, y se plantea como una herramienta de desarrollo indudablemente beneficiosa. (...)