La producción de fruta fresca se inserta hoy dentro de las cadenas globales de alimentación, que atienden a un modelo productivo intensivo que permita generar excedentes para la exportación. Así, se posibilitan unos precios competitivos dentro de la industria agroalimentaria. El caso de la producción de frutos rojos en la provincia de Huelva (Andalucía) ejemplifica es un ejemplo de la función que cumplen los mercados globalizados, al ser una producción intensiva y temporal, destinada cuasi en su totalidad al mercado exterior. Pese a las inclemencias provocadas por la pandemia derivada del Covid 19, el sector ha mantenido los niveles de producción, viendo aumentados productos como el arándano. En una pandemia sanitaria donde se ha incidido en el cuidado no solo de la higiene, sino de la salud como norma general y por ende en un estilo de vida que incorpore una alimentación saludable, productos como el arándano, la fresa o la frambuesa han sido promocionados por sus propiedades. No obstante, para que sea posible el aumento de fruta fresca en nuestros hogares, las trabajadoras de la recolección y el manipulado enfrentan en sus cuerpos jornadas laborales cada vez más intensas que derivan en lesiones varias. A partir de una metodología etnográfica de corte cualitativa, basada en el trabajo de campo llevado a cabo en el sector durante las campañas 2019-2020 y 2020-2021, la siguiente comunicación pretende acercarnos a cómo el modelo que produce fruta saludable, perjudica a su vez en la salud física de las trabajadoras que lo posibilitan.