La representación del mundo, de la vida y la noción de persona que comparten buena parte de los llamados “nuevos misticismos” (o movimientos “New Age”) se construye a partir de nociones como “luz”, “energía”, “dimensiones y la noción de “vibración”. La articulación de todas estas formas de representación explica cómo estos nuevos misticismos entienden al ser humano, compuesto por una “esencia” o “alma” que se va reencarnando una y otra vez cuando necesita vivir determinadas experiencias para crecer o aprender y que sólo en el plano terrenal puede experimentar. Desde esta conceptualización de la “esencia reencarnada”, los nuevos misticismos clasifican a los niñ@s en cuatro categorías generacionales y evolutivas: los “niños índigo” que nacieron a finales de los años 70, los “niños arco iris” nacidos en los 80, los “niños cristal” nacidos en los 90 e inicios del 2000 y los “niños diamantinos” que son los que están naciendo actualmente. En esta comunicación mi propósito es abordar esta representación de la persona, de la reencarnación y de la clasificación generacional de estos niñ@s que, desde una perspectiva social y biomédica eran y son considerados patológicos o con características especiales (por ejemplo diagnosticados de Síndrome del Espectro Autista o TDH) pero que, desde los nuevos misticismos, son niñ@s que vibran en una dimensión más alta que la del resto de personas, que tienen una esfera de consciencia más elevada y que su propósito de vida, en muchos casos, es hacer que la humanidad suba también su vibración y su estado de consciencia.