Desde el modelo teórico sobre el estudio de la brujería de E. E. Evans-Pritchard, el acento en el análisis etnográfico sobre este tipo de creencias se ha puesto en sociedades donde el brujo o bruja son aquellas figuras transgresoras del orden social. Algunos casos etnográficos, pocos, han situado en el centro a las víctimas de estas prácticas. Mi propósito en esta comunicación es presentar el caso etnográfico de la población amazigh del Rif marroquí, sociedad que, en sus creencias en shor (brujería o magia negra), la figura transgresora del orden social es la víctima, sobre la cual las desgracias, los infortunios, la enfermedad provocadas a partir de rituales dirigidos por especialistas, tendrán como objetivo resituarla en ese orden social que ha transgredido. A pesar de que el brujo o bruja no tienen un papel relevante en el proceso, son a su vez transgresores: entre los rifeños actúan de forma paralela dos órdenes que se transgreden en la práctica del shor, el orden divino transgredido por los brujos o brujas en la medida en que la práctica del shor está prohibida por el islam, y el orden social transgredido por su comportamiento, su actitud, sus decisiones por las víctimas. Será a partir del análisis de los rituales de shor, de ritual y contra-ritual entre las víctimas y las personas que quieren castigarlas, que se hilvanará el análisis de la práctica de la brujería como forma de castigo para aquellos que no se adecuan a las expectativas sociofamiliares.