El advenimiento de la crisis sociosanitaria ha causado evidentes perjuicios a la industria del sexo: cierre de locales, ajustes de horarios, limitaciones a la movilidad. En un sector donde la mayoría de los actores, especialmente las mujeres, son migrantes las restricciones no solo han generado el común malestar de quienes ven mermados sus ingresos, sino también la implementación de cambios y estrategias con el fin de compensar los daños y adaptarse mejor a la nueva situación. A pesar del discurso hegemónico de la victimización, en la práctica las trabajadoras del sexo quedan al margen de la concesión de ayudas a causa de la pandemia, con lo que las migrantes recurren muchas veces al ingenio para sortear las restricciones, arriesgándose con ello a una mayor criminalización de su actividad.Este trabajo pretende una aproximación a los cambios y ajustes que las personas llevan a cabo en este contexto de incertidumbre. Para lograr una visión más amplia las personas que protagonicen el escenario serán diversas: trabajadoras sexuales, traductoras, mamis, encargados/as de clubs o clientes. Focalizaremos el trabajo de campo en Lugo y en Girona y zona transfronteriza Girona-Francia, estableciendo así comparaciones entre ambas geografías y comunidades, y conectando a su vez esas realidades con los circuitos de movilidad interna y transnacional.