Descola define la ontología nahua prehispánica como “analógica”, donde todas las entidades estaban formadas por unas multiplicidades de componentes en equilibrio inestable. Una manera de dar sentido a este mundo fragmentado ha sido ordenar sus elementos en dos polos contrapuestos clasificándolos según sus cualidades intrínsecas intentando dar una eficacia práctica. Una de las clasificaciones empleadas era la división de las entidades en “frías” y “calientes”, una convención que ha influido en el pensamiento y la acción de los individuos. El atribuir las cualidades simbólicas de “frío” y “caliente” a las plantas, animales, alimentos, enfermedades y estados fisiológicos sigue siendo aún muy presente en la Mesoamérica actual. La polaridad frío-caliente admite grados que permiten regular el equilibrio corporal a través de la ingesta de alimentos o medicinas “frías” o “calientes” que modifican el estado del cuerpo. A través de ejemplos recopilados en mi trabajo de campo entre los nahuas de la Sierra Norte de Puebla (México), se mostrará como esta clasificación sigue presente e influye en las acciones y las decisiones que los nahuas toman en relación a la correcta ingesta de alimentos o a las mejores curas para una enfermedad o un estado anímico.

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