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“En el lugar los santos fuman”: Fiesta, parodia y subalternidad en un pueblo del interior del País Valenciano.

¿Existe hoy, en las sociedades contemporáneas, algún aspecto de la vida sin reglamentar? ¿Hay todavía espacio para la fiesta con mayúscula, es decir, perpetrada ésta de manera autogestionada y desde las clases populares? ¿Qué realidades sociales pueden entreverse desde aquellas ritualidades que sacralizan lo paródico e irreverente? Chella, un pequeño pueblo del interior castellanohablante del País Valenciano celebra sus pertinentes fiestas patronales desde incontable tiempo. Fiestas, procesiones y verbenas al uso que cada primera semana de febrero provocan que las gentes llenen calles, bares y plazas. No obstante, desde hace más de una veintena de años, emerge desde los sectores juveniles de la población una nueva ritualidad festiva: San Fumat. Esta festividad, que gira en torno a la construcción de un “santo de mentira”, se caracteriza por la exaltación y consumo de marihuana y alcohol. Esa noche decenas de jóvenes disfrazados, del pueblo y alrededores, toman en ordenada masa las calles, constituyendo una especie de peregrinación, a ritmo de fanfarria, que finaliza en el epicentro de la localidad.La etnografía nos muestra que la potencia de este ritual festivo, que no ha dejado ni deja de metamorfosearse y crecer -incorporando y desechando elementos rituales o cambiando recorridos- yace en la enorme creatividad y religación que permite. Una parodia de sí y para sí que los celebrantes llevan a cabo, y que son solo entendibles desde un contexto rural atravesado por la crisis, el trabajo informal y una particular relación con la autoridad, lo normativo y la propia identidad.