Las violencias contra las mujeres ha sido una tendencia al alza en toda la península Ibérica durante el periodo de la primera Ola de la COVID 19. Violencias multi-forma que han visibilizado vergüenzas y flaquezas, así como alguna que otra fortaleza, comunes y específicas de los contextos a estudio. España y Portugal, aunque comparten historia, cultura y territorio, sus derivas sociales y culturales, idiosincrasias y sincretismos coloniales son muy diferentes, articulando y delimitando lo que significa “ser mujeres” y las violencias por ellas vividas, sufridas, padecidas o silenciadas.Aproximarnos a estas mujeres nos sitúa ante uno de los objetivos principales, establecer una comparación entre las narrativas vivenciales de las mujeres y lo que se considera como violencias contra las mujeres, esto nos permitirá desplegar un conjunto de situaciones violentas y de vulnerabilidad que, bien han surgido por los cambios y desplazamientos socio-económicos y familiares de los confinamientos, o bien siempre han existido bajo el pretexto de la división sexual del trabajo en los espacios domésticos y profesionales. Además de permitirnos perfilar esas formas de violencias también nos permite conceptualizar las “violencias Matrioshka” y las situaciones de “pecera de goma”, formalidades para designar violencias encadenadas y agravadas por el hecho de ser mujeres y que, en estos tiempos de la COVID19, se han visto acentuadas y agravadas.Para poder desarrollar esta aproximación exploratoria nos dispusimos a realizar una serie de entrevistas en profundidad a mujeres residentes en ambos países, además de hacer una inmersión ciberetnográfica en redes sociales y foros.