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MADRES CLANDESTINAS: LAS FAMILIAS LESBOPARENTALES EN EL LÍMITE DE LAS FRONTERAS

Vivir en la clandestinidad supone que sólo se habla cómoda y libremente cuando se tiene delante a otro igual. Así se comportan las madres clandestinas, esas madres que no han podido expresar libremente que son la otra madre de la criatura, que viajaron desde España a un país de América Latina a por su hija y fueron la cuñada o la amiga de la mujer que adopta. A pesar de todos los avances legislativos las diferencias de reconocimientos de los derechos de las personas LGTBQI en los diversos países iberoamericanos producen una clara vulnerabilidad en las familias lesboparentales y sobre todo en el reconocimiento de los derechos de sus hijos e hijas. Esas madres que han sido clandestinas a momentos, que han estado ahí, pero en secreto, aparecen en las narrativas etnográficas de mi investigación sobre las maternidades de las mujeres lesbianas en Catalunya: - Una pareja de mujeres que se planteó adoptar a una criatura en Nicaragua, cuando todavía en España no era legal ni el matrimonio ni la adopción por parte de personas del mismo sexo: una era la persona que adoptaba y la otra era la cuñada que la acompañaba en el viaje. Esa era la imagen de cara a las autoridades de aquí y de allá, en el hotel las dos eran las madres - Iniciar un trámite de adopción internacional como mujer sola, sin explicar nada, esperando que no preguntasen, guardando el secreto y cuando preguntaron si tenía pareja “confesó” que era una mujer, abandonar la adopción internacional y pasar a la nacional - Una pareja de mujeres peruanas que en España tiene dos hijas legales y reconocidas (cada una parió a una niña) pero que en Perú cada niña tiene una sola madre. Las madres pueden ser clandestinas pero las criaturas deberían tener reconocidos los mismos derechos aquí y allá, más allá de los límites de las fronteras que alguien decidió dibujar de esta manera.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo