En un contexto de significativo debate acerca del lugar del conocimiento en una antropología descolonial, inmersa en la reflexión de para quién y para qué construye conocimiento, la educación superior adquiere connotaciones distintas al sentido moderno institucional. El ejercicio docente se encuentra más que nunca atravesado por múltiples intereses que penetran en el aula desde la transnacionalidad de la colonialidad institucional. En un eje de neo-modernización y reproducción de las estructuras del saber y de re-localización del estatus de Europa en la geopolítica del saber/poder, la educación superior debe afrontar distintas demandas: las inquietudes de los estudiantes son las que cobran sentido en esta comunicación. La antropología social ha abordado la especialidad regional desde su bagaje colonial en Europa. La producción denominada Antropología del Mediterráneo ha sido ampliamente cuestionada como especialidad sin sentido más allá del espíritu colonial de los estudios de áreas culturales (Llobera, 1990), y apuntando a su valor en cuanto un modo particular de generar conocimiento en Occidente (Said, 1990). En los nuevos planes de estudio de Antropología Social en España, la re-nombrada asignatura Etnología del Mediterráneo parece tomar el testigo de la colonialidad en el contexto geoestratégico de un Mediterráneo más atlantizado que nunca (Amín, 1988) en la quiebra neoliberal de la transnacionalidad política occidental. La transmisión del conocimiento sobre las sociedades mediterráneas musulmanas desde una perspectiva descolonial requiere la puesta en diálogo entre la tradición eurocéntrica y la producción poscolonial y de construcción de un pensamiento-otro en las ciencias sociales particulares del Mediterráneo. El contraste entre estas producciones del conocimiento toman relevancia en el contexto geopolítico que construye la Región como palenque del terrorismo global y del choque de civilizaciones.

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