El paradigma de migración y desarrollo, utilizado con frecuencia en los estudios económicos de la migración y asimilado por diversos organismos internacionales de cooperación y desarrollo, sostiene que las remesas monetarias conforman un recurso potencial para el desarrollo económico en los territorios de expulsión migratoria. En este documento se explora la linealidad insoslayable del vínculo entre las remesas y el desarrollo y se discute la consideración de los migrantes como sujetos generadores de crecimiento en el origen. El rol de los migrantes como agentes de desarrollo se analiza en una política pública mexicana, denominado 3x1 para migrantes, que conlleva la canalización de remesas sociales hacia la dotación de infraestructura de urbanización y servicios en comunidades rurales. El análisis se centra en la significación de la participación de colectivos emigrantes en un contexto de colaboración con el gobierno. Los hallazgos advierten que el discurso normativo otorga notable valor a la interlocución de los migrantes en la definición del desarrollo local, fundamentalmente por la consideración de las remesas como elemento medular. El esquema de colaboración observado en la política pública determina las relaciones del gobierno con la diáspora y otorga visibilidad y protagonismo a los colectivos migrantes. Sin embargo, la regulación de la colaboración dirigida por ordenamientos normativos y prioridades predeterminadas por el gobierno genera una dinámica de participación institucionalizada, que sustrae la autonomía de los actores y deteriora el potencial de colaboración de los migrantes.

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