En el fondo de los enfrentamientos que se vienen produciendo a lo largo y ancho del continente americano entre poblaciones amazónicas y la “locomotora del desarrollo extractivista” – conformada por Estados y Empresas transnacionales- nos encontramos con un choque más profundo que implica diferentes y antagónicas perspectivas ontológicas y lógicas de construcción del espacio. Desde hace más de cinco siglos, el occidente colonizador ha pretendido incluir dialéctica y violentamente al “Otro indígena” como parte de lo “Mismo”, aunque inferiorizado, negándole sistemáticamente como “Otro”, y forzándolo a incorporarse a su proyecto totalitario. Sin embargo, a pesar de la gran presión que actualmente hay en los territorios amazónicos, ni los Estados ni el Capital han podido borrar la diferencia radical que representan estos pueblos. Y si no lo han hecho se debe a la emergencia de movimientos amazónicos que defienden su territorio y su derecho a ser y desarrollarse según sus propios parámetros; pero sobre todo, a un modo de pensamiento que cuestiona directamente los dualismos fundadores del pensamiento occidental moderno, y de la mitología de la colonización, como es el de Cultura/Naturaleza. Para los pueblos awajún y wampis dicha dicotomía carece de sentido, al no establecer una distinción ontológica rígida entre humanos y no humanos, que hace posible una continuidad social entre ambas dimensiones. Si cada especie puede percibir a las otras según unos criterios y necesidades propias, cada lugar habitado posee, por tanto, una capacidad de agencia más allá de la que le pueda conferir el ser humano. En la presente comunicación se pretende analizar cómo la práctica de multiplicación social del lugar habitado por humanos y no humanos, que llevan a cabo los pueblos amazónicos awajún y wampis, se contrapone a la lógica de negación, integración y unificación, que necesita el colonialismo extractivista para su proyecto totalizador y destructivo.