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DE ANTROPÓLOGA A EVALUADORA: REFLEXIONES COLABORATIVAS EN UNA ETNOGRAFÍA ESCOLAR

Durante dos años desarrollé observación participante en una escuela boliviana. Fue un tiempo intenso, de idas y venidas en un autobús escolar repleto de niñas, niños, maestras y maestros con los compartir invaluables momentos que iban directos a mi diario de campo: quién se había peleado con quién, a quién le gustaba quién o en qué se basaría el siguiente taller. Iba y venía a mi antojo entre aulas, cocina, reuniones de profesores y patio de recreo. No obstante, de vez en cuando hacía lo posible para que mi rol no se difuminara ni se (me) olvidara, yo era antropóloga y mi presencia continua en el espacio escolar correspondía a una finalidad muy concreta: analizar las prácticas sociales en relación a las nuevas políticas de educación intercultural. Pero esa distancia se vio desbordada en muchos momentos, principalmente cuando desarrollé, a petición del equipo directivo, una evaluación de la escuela. En esta contribución presentaré una práctica “etnográfica” que no elegí y que me fue casi impuesta, una práctica de reflexión colaborativa con estudiantes de entre 5 y 16 años que me demostraron, con una capacidad de (auto)crítica y debate fuera de toda expectativa, que el aula de una escuela semi-rural puede ser el más experto de los contextos. Paralelamente, pretendo analizar cuestiones relacionadas con el ir y venir de roles, compromisos y algún que otro dilema ético.

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