La transformación de los centros urbanos, tendente en muchos casos a una elitización de la oferta de consumo, está convirtiendo a algunos mercados de abasto tradicionales en ofertas culturales relacionadas con la gastronomía. Aunque es un proceso con características transversales, muchas veces relacionadas con los procesos de gentrificación, es necesario atender a las dinámicas locales o barriales para comprender por qué ciertos mercados están desapareciendo o hibridándose con modelos emergentes de consumo. En Madrid se está produciendo una situación singular en este sentido. Su centro urbano muestra una diversidad de modelos de mercado, una fragmentación que crea, entre otras dinámicas socio-espaciales, desplazamiento de prácticas, de sujetos y de productos.  A través de un estudio de campo se profundiza en las prácticas discursivas y no discursivas que desde dentro y fuera del mercado generan y reproducen estos espacios. La cultura de clase ligada al trabajo o al aprovisionamiento de productos básicos estaría quedando atrás, dando paso a una representación, una ilusión de autenticidad despojada de su funcionalidad original y convertida en una forma de consumo que se articula como un dispositivo muy potente de construcción de identidades sociales. A través de la “experiencia de(l) mercado”,cuyo vector fundamental es el gastronómico, el sujeto iría adquiriendo y desplegando cierta capacitación cultural, un capital simbólico que le convierte, a su vez, en sujeto merecedor del lugar y de la centralidad urbana. La marca “mercado” serviría como etiqueta identificadora de un dispositivo que educa, clasifica, segrega y genera prácticas acordes con el orden urbano actual.

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