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Especies compañeras, los cuerpos otros

    El cuerpo de los animales, humanos o no, sigue unos procesos de afectación orgánica que, en función del escenario y de una determinada conceptualización, prescribe un comportamiento. Sensaciones físicas que afectan y se hacen evidentes en alguna parte del organismo; se aprecian cuando operan en animales humanos a diferencia de lo que acontece con los otros animales, esas especies compañeras a las que se les otorga escasa atención y menor observación aunque atraviesan procesos de afectación somática análogas a las humanas. Eso es así porque todos los animales, humanos o no, tienen parecida psicología en tres ámbitos esenciales: deseos de vivir, son seres sintientes, deseos de vincularse entre sí y con los de otras especies. Un concepto que concierne a la interrelación entre animales humanos y no humanos que suscita reacciones somáticas es el parentesco, ese hacer-con-convertirnos-en donde pariente significa algo más, algo diferente a entidades conectadas por genealogía o ancestros. Porque el parentesco se hace también por afinidad, estableciendo un ensamblaje que se traslada a los otros animales convirtiéndoles en parientes. Ese tipo de parentesco, que implica en sí mismo un ensamblaje, está hoy presente en las sociedades occidentales creando interrelaciones fuertes y duraderas entre animales humanos y los otros animales, provocando la aparición de terminología que nombra al otro animal como refugiado, animal conviviente o animal de familia generadora de expresión somática porque ordena comportamientos a través de las relaciones que se visibilizan entre animales humanos y los otros animales.  

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