En el Reino de España, las políticas culturales plantean una modificación de los centros de enseñanza artística como parte del proceso de “modernización” y homologación del sistema educativo a los estándares de la Unión Europea (Plan Bolonia). En este contexto, la enseñanza artística superior es dejada en un limbo administrativo al no ser considerada como “Grado” por su propio sistema educativo. Es por esto que el Conservatorio Superior de Danza del Institut del Teatre (Barcelona) busca la incorporación al sistema universitario a través de su adscripción al campo de las humanidades. Partiendo de este contexto de transición institucional y de mi experiencia como estudiante migrante y racializado a lo largo de 4 años, en esta comunicación planteo explorar las estructuras racistas que componen una institución académica artística. Estas se dejan ver en un momento en las políticas educativas y culturales que se despliegan, así como en el debate (o no debate) que tiene lugar en la conformación de un nuevo currículum docente. La colonialidad de esta enseñanza se deja ver, por un lado, en la imposición y el refuerzo del canon cultural español y catalán; y por otro, en la negación e invalidación de los saberes de la periferia, en especial la Latinoamericana, así como la inclusión de modelos artísticos y pedagógicos propuestos por la hegemonía epistemológica norteamericana y del norte de Europa.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo