En mis investigaciones etnográficas han sido numerosas las veces en las que me he enfrentado a las consecuencias directas e indirectas de la violencia colectiva. El abordaje de su estudio tiene muchas aristas que complican extraordinariamente un trabajo de campo destinado a comprender sus causas y sus consecuencias, las texturas del daño y de la afrenta, en entornos en los que las víctimas y los perpetradores conviven entre sí y con el etnógrafo. Aunque cada uno de mis trabajos de campo (realizados en Guatemala, Colombia y España entre otros países) han tenido sus condicionantes, derivados de la lógica de los distintos conflictos, es posible hablar de una metodología de trabajo que, más allá de la observación participante y de las entrevistas en profundidad, se complementa con el trabajo archivístico e histórico. La presente comunicación presentará algunos de estos procesos, contextualizándolos en el marco de los distintos modos de ejercer y sufrir la violencia, que exigen al investigador modos diferenciados de estudio. A través de ejemplos etnográficos, se irá profundizando en las dificultades y dilemas inherentes a este tipo de investigaciones. 

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