Efectos de la institucionalización en los profesionales de los centros de internamiento del sistema penal juvenil
Esta comunicación, inscrita en el marco del panel “Procesos de institucionalización en profesionales del campo social”, aborda, por un lado, las formas institucionalizadas de mirar a los jóvenes apresados en la categoría “joven delincuente” y, por otro, la lógica institucional que dispone a los educadores a reproducir fielmente la propedéutica reformatoria. Como en toda institución total, los profesionales de los centros de justicia juvenil cuentan con lo que Goffman llamó teoría de la naturaleza humana sobre los sujetos que atienden, en alusión a una vasta y clara concepción de cómo es, o debe ser un “menor infractor”. Esta teoría, según el autor, permite simultáneamente racionalizar la actividad, proporcionar un medio para el mantenimiento de la distancia social con los internos, elaborar una imagen estereotipada de ellos y, en último lugar, justificar el trato que se les da. La tesis de esta comunicación plantea que los atributos negativizantes que acompañan a la categoría “joven delincuente” (violento, mentiroso, ineducable, inconsistente, etc.), junto con los mecanismos disciplinarios propios de una institución encargada de corregir a chicos a los que se les supone algún tipo de anormalidad, operan como un dispositivo de captura para los profesionales que, en no pocas ocasiones, son subsumidos en una lógica que termina por institucionalizarlos a ellos también. Esto es, terminan congeniando, al menos en apariencia, con los esquemas interpretativos que la institución les proporciona y asumiendo, sin distancia, el encargo de control al que son convocados.
(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo