Durante la Navidad, tanto en la práctica totalidad de los barrios del municipio jerezano como en las numerosas pedanías y núcleos de población rurales pertenecientes a su término, tiene lugar un ritual especialmente significativo e identitario de la comarca. Son las zambombas, básicamente reuniones de familiares, amigos y vecinos, en las que se interacciona a través del cante, el baile y el comensalismo. Sin embargo, y aunque la dimensión social, simbólica e identitaria de la fiesta sigue siendo incuestionable, la realidad es que en los últimos años está pasando por una serie de transformaciones que han llevado a los vecinos a establecer una clara diferencia entre las zambombas tradicionales y las actuales. Están cambiando los espacios de celebración ritual, pasando del ámbito privado al público y al mismo tiempo de lo compartido a lo reservado; están cambiando los modos de participación, pasando de la implicación comunal a un espectáculo con artistas y espectadores, y por tanto de lo popular a lo profesional; está cambiando el corpus lírico que ha ganado en musicalidad pero ha perdido riqueza cultural e identidad; están cambiando las pautas de socialización y el comensalismo se ha mercantilizado, pasando de ser un ritual de uso a un ritual de cambio, etc, etc. En este sentido la zambomba jerezana está siendo objeto de procesos de re-semantización y re-significación que la convierten en un vehículo idóneo para la articulación de nuevas identificaciones colectivas y patrimonializaciones, de cara al turismo.

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