La antropología del miedo. Valor y sentido de una emoción universal.
Las emociones y sus expresiones se articulan alrededor de componentes psíquicos y físicos, además están altamente determinadas por factores culturales y sociales. Las emociones son la matriz sobre la que se mueve la vida social y sobre las que se da la comunicación necesaria para crear los diversos mundos culturales existentes. Desde la obra de Darwin, se defiende el componente biológico, hereditario y filogenético del componente emocional y se subraya la universalidad antropológica de la emoción. Dentro de los componentes universales que articulan las emociones de las que habla Darwin, encontramos el miedo. El miedo tiene una función adaptativa esencial, ya que prepara al organismo para enfrentar situaciones peligrosas mediante la activación de una respuesta de lucha o huida. No obstante, para que cumpla dicha función, se requiere la confirmación o negación por parte de una comunidad cultural de sentido. Son numerosos los vestigios que tenemos de cómo nuestra especie ha intentado exorcizar el miedo, mediante el relato, el rito y la representación. Se considera que el miedo del siglo XXI es paralizante porque no es localizable, tampoco se conoce cuándo puede llegar la amenaza. Sin embargo, intuimos su existencia porque vemos su rastro en la víctimas. Este hecho provoca que nos embargue un sentimiento de vulnerabilidad recurrente generado por la percepción de inseguridad. En la presente investigación se analiza el recorrido histórico en el estudio antropológico del miedo, incidiendo en los trabajos más recientes y completos.
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