La algarroba símbolo del patrimonio alimentario ancestral del noroeste argentino: recuperación y revalorización de un alimento estigmatizado
El algarrobo como árbol venerado y la algarroba como alimento han estado presentes en el noroeste de Argentina desde los tiempos en que estos territorios estaban habitados por los pueblos originarios. En la actualidad, los algarrobos y su fruto siguen siendo protagonistas del bosque nativo y representan un patrimonio natural y alimentario ancestral. El patay, el chuningo, la aloja o la añapa siguen consumiéndose como símbolo de identidad y de vinculación con el territorio y con los saberes ancestrales. Pero, fuera de estas comunidades, la algarroba ha sido considerada comida de animales o de “indios”, se ha estigmatizado y no se ha valorado como alimento. Recientemente, los estudios que muestran su gran valor nutricional y sus cualidades alimentarias están favoreciendo un proceso de revalorización y gourmetización de esta leguminosa. En comunidades de La Rioja, el Chaco o Santiago del Estero están apareciendo cooperativas de pequeños productores, algunas de ellas lideradas por mujeres, que están recuperando la elaboración de harina de algarroba para producir diferentes productos. Estas dinámicas están ligadas a la necesidad de aprovechar los recursos naturales de sus territorios poniendo en valor su patrimonio y sus saberes ancestrales. Progresivamente, la algarroba está experimentando un cambio de estatus social que la está llevando hasta la alta cocina argentina gracias a chefs de prestigio que están siendo agentes decisivos de este cambio.
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