Para los misticismos contemporáneos, la reencarnación es la culminación experiencial de un diseño absolutamente minucioso que hilvanará desde el propósito de vida en cada una de las reencarnaciones hasta las experiencias que el alma necesita vivir para su evolución dimensional. El diseño de las reencarnaciones, además de dar respuesta a la voluntad de cada una de las almas en la selección de las experiencias que necesita vivir, también responde a una cuestión grupal por la que el diseño individual debe encuadrarse con los diseños individuales de otras almas que, las unas a las otras, van a contribuir respectivamente a que todas adquieran las experiencias que necesitan: se llaman “pactos de almas” a estos acuerdos colaborativos. Desde el misticismo, las almas que forman esos “grupos de almas” tienen una unión cósmica que se percibe como imperecedera, transdimensional, inquebrantable, aunque flexible. En el plano terrenal, este tipo de relaciones encuentran su reflejo en las relaciones de parentesco humanas las cuales, junto con el género, son dos de las cuestiones que más peso tienen en los “pactos de almas”. En esta comunicación mi propósito es analizar cómo en los diseños de reencarnación se eligen las almas con las que se va a crear vínculos de parentesco en cada reencarnación, con qué criterio y qué tipo de relaciones a la vez que analizar cómo cada alma escoge el género en función del parentesco que va a tener con cada una de las almas de su grupo y de las experiencias que va a vivir.

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