El trabajo etnográfico, cuya principal conclusión se presenta, muestra como un movimiento social en el ámbito de una población rural española se enfrenta a una bifurcación que experiencias previas señalan como decisiva para su futuro. Nacido, como tantos otros movimientos sociales, del rechazo a un sistema político considerado como asimétrico y excluyente se encuentra ante la disyuntiva de institucionalizarse para obtener resultados “prácticos” o centrarse en la construcción de un nuevo “nosotros” más participativo y horizontal, dejando de lado los ritmos electorales establecidos. El estudio reveló que las posiciones a favor de una organización más convencional estaban fundamentalmente basadas en la conciencia de la dificultad de gestionar una pluralidad que necesita un tiempo de “cocción” elevado que puede decepcionar a los participantes que se acercan al movimiento esperando resultados concretos en un tiempo no excesivamente dilatado. Consolidar una “estructura” permite conjurar el temor a lo difuso, pero amenaza con socavar los cimientos en los que se basa el propio movimiento al crear una brecha entre la demanda de transversalidad y simetría con la que nació y estos procesos embrionarios de jerarquización. La toma de decisiones por parte del grupo revela, cada vez con mayor nitidez,esa tensión implícita así como las peculiaridades del ámbito rural que se explicitan también en relación al “tempo” enlenteciéndolo inicialmente, para después acelerarlo si se llega a determinado punto crítico.