El skateboarding ha sido objeto de un renovado interés por parte de la antropología en los últimos diez años. ¿Cuál es el valor de una aproximación antropológica al mundo del skate y cómo ayuda este fenómeno a releer conceptos y regiones típicamente estudiados por esta disciplina? Tijuana es el centro industrial más activo e interconectado del mundo en la producción de tablas de skate en las llamadas maquilas estadounidenses. Siguiendo las biografías sociales de estos artefactos y las redes de producción/consumo formales - a caballo entre la frontera- e informales -en economías personalizadas regionales - que catalizan, es posible trazar la historia y las condiciones actuales del skateboarding fronterizo como una subcultura local que se nutre tácticamente de su relación con las macrodinámicas político-económicas globales. Además, las rutas que estos objetos trazan a través de la frontera entre Estados Unidos y México definen un mapa plural de zonas donde las demarcaciones entre producción y consumo, valor material y inmaterial, tal vez se cuestionan, difuminan y reapropian desde abajo. ¿Puede el contexto fronterizo, a través de este fenómeno, ayudarnos a vislumbrar espacios de contaminaciones entre mercados transnacionales y culturas regionales más allá de las dicotomías resistencia-dominio/local-global? ¿Puede el skateboarding ofrecer un marco para releer la frontera Estados Unidos-México no sólo como un espacio donde se cumple la reproducción capitalista, sino donde esta está atravesada por constantes movimientos de creatividad cultural a través del consumo, que llevan a cuestionar el significado mismo del concepto de “producción” en términos económicos y culturales?