La enfermedad mental ha sido, y sigue siendo en la actualidad, una importante herramienta del sistema para identificar, marcar, clasificar, disciplinar y castigar las conductas que no se adaptaran a la norma y que, por tanto, resultaran potencialmente peligrosas. El Estado se ha asignado históricamente la competencia de gestionar estas conductas disruptivas que, si bien han estado presentes en hombres y en mujeres, en los cuerpos leídos en femenino presenta(ba)n unas características especiales. En este sentido, existen significativas diferencias de género en a) el sufrimiento psíquico que sufrimos hombres y mujeres, sus causas, su origen, su genealogía, su modo de expresión b) las conductas que se consideran y definen como patológicas en hombres y en mujeres c) la medicalización, la intervención sobre nuestros cuerpos d) las estrategias de resistencia ante la medicalización. Los diagnósticos de anorexia y de bulimia ayudan a reforzar esta idea, pues se tratan de "enfermedades mentales" que afectan especialmente a mujeres, como haría la histeria hace un siglo. En esta comunicación se pretende conceptualizar la anorexia como un problema de género, reflexionar sobre la medicalización y proponer un abordaje feminista sobre este tipo de malestares.