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MADRES BRAVAS. SOBRE LA CRIANZA DE LAS ARMAS ETOLÓGICAS

Los toros están al centro en la arena en los juegos agonísticos con ganado mayor. La promesa del espectáculo es la exhibición de bravura, ingenio, poder, habilidades y suerte en tanto que los humanos intentan hacer algo con ellos: quedarse en sus lomos en el jineteo (rodeo, charrería, jaripeo en América), lidiarlos en el caso de corrida, rejoneo o toreo a caballo en América y Europa, y saltar por encima de ellos en el caso de recortadores. ¿Por qué sólo toros? Acaso una vaca se defiende, embiste, repara, ataca de un modo menos espectacular que un toro? Quien conoce a estos animales dice que no, las vacas hacen lo mismo igual o mejor que los machos. Pero esto no ha ocurrido en espectáculos previos, quizá no suene bien para los humanos, posiblemente devalúe al (varón) humano, quizá no sea una buena idea para un negocio que ofrece exhibición de masculinidades en la arena. En lo profundo de la crianza de estas armas etológicas (toros para el espectáculo) las vacas bravas son sumamente importantes para esta ganadería. Si los becerros aprenden a ser bravos, a resistir y embestir a los intrusos es porque las vacas no son ordeñadas o manipuladas por los humanos.