Los pueblos y barrios originarios de la Ciudad de México poseen un vasto patrimonio natural, biocultural, cultural material e inmaterial; además, tienen memoria histórica que se remonta a la etapa prehispánica y sus tradiciones han subsistido a pesar de los cambios históricos. Sus aportaciones a la cultura y desarrollo de la ciudad son innegables; algunas de ellas han sido reconocidas por la UNESCO. Sin embargo, hasta el 2017 lograron su reconocimiento jurídico con la promulgación de la Constitución Política de la Ciudad de México y su Ley reglamentaria. Desafortunadamente estas comunidades a menudo pasan desapercibidas por los habitantes e instituciones capitalinas y, por tal motivo, sus derechos indígenas les son negados; esto se debe en gran medida a que muchos se encuentran en entornos urbanos, rompiendo el paradigma de que los pueblos y barrios sólo deben ser rurales. Objetivo: Proponer indicadores cuantitativos y cualitativos para el reconocimiento de los pueblos y barrios originarios de la Ciudad de México sustentados en el patrimonio y en sus dimensiones materiales, inmateriales e históricas. Metodología: Los indicadores se sustentan en el patrimonio natural, biocultural, cultural material, inmaterial y en su historia; para ello se documentaron sus antecedentes históricos, se realizaron inventarios de monumentos, se cartografiaron y se realizó trabajo de campo enfocado a sus ciclos festivos. Conclusiones: Los pueblos y barrios originarios a diferencia de las colonias poseen acervos patrimoniales que se encuentran en riesgo; además se enfrentan a la presión e intereses socioeconómicos que les limitan sus derechos indígenas.