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Bancos de Silicon Valley, holografía y antropología cuántica

Roy Wagner era un antropólogo encantador. Cuando uno de sus asistentes descubría que un estudiante había copiado y pegado de Internet el texto de un trabajo, acudía a él para hacer una prudente consulta antes de ponerle un suspenso. Entonces Wagner se enfadaba, fruncía el ceño y le decía indignado al asistente: “¡Qué vergüenza! ¡ponle un Notable Bajo!”. El estudiante, que apenas tendría poco más de una nota media de aprobado, acababa convirtiendo uno de sus habituales desastres en una gran celebración. Y el asistente, claro, quedaba aún más indignado. (...)

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