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La migración, ¿problema o solución?

Ninguna de las dos. Y es que ya la OTAN incluía recientemente como amenaza la migración instrumentalizada. Migración como instrumento para conseguir un fin, lo que atiende directamente al concepto de utilidad. Al respecto, si vinculamos esta noción de amenaza y la vehiculamos hacia la comprensión del orden social respecto de la migración y, además, pensamos esta última mediáticamente, los discursos estigmatizantes y de rechazo imperan en los medios de comunicación construyendo las diferencias entre la población, que se divide entre nacionales y foráneos e, incluso, podría hacerse una distinción entre trabajadores e inmigrantes. Como expondría Michel Agier (La Vanguardia, 07/07/2022), “las sociedades que fueron colonizadoras han heredado la necesidad de explotar al inmigrante para prosperar y, con ella, el miedo a que se rebele: la rebelión de los esclavos”. Es así, que la migración es instrumentalizada. ¿Necesitamos a las personas migrantes? Las personas migrantes son aceptadas en la medida que nos “sirven” para algún fin. Si queremos migrantes, queremos trabajadores útiles laboralmente. Trabajadores que, ya en esa condición, no serán necesariamente tildados como inmigrantes, puesto que ya formarán parte del tejido económico del país en tanto en cuanto favorecen “nuestro” PIB y participan del “orden” social “nacional”; siempre y cuando no delincan y “caigan” en ser considerados “inmigrantes”. Con ello no estamos hablando de otra cosa, sino de desigualdad, de discriminación, de rechazo al que es significado como “otro”; al “otro” cuando no responde a los criterios normalizados del país en el que se encuentra. País al que ha llegado, pero del que pasa a formar parte en la medida que contribuye al constructo nacional, pero no en su totalidad, puesto que, ¿qué sucede si pensamos ahora en las trabas de la interculturalidad y de la multiculturalidad? Qué conceptos ellos, cargados de significado, pero que no sabemos utilizar, y mucho menos, incorporar en la convivencia. Si estos migrantes trabajan para (y con) “nosotros”, pero no queremos mezclarnos con ellos, no estamos hablando ni de una ni de otra, pero pareciera que la integración sí la tenemos más comprendida y asumida como “nuestra”. Sin embargo, estamos muy lejos de ella. Las políticas de integración, en muchas ocasiones, resultan discursos que buscan resultados electorales y que no se aproximan, en ningún caso, a políticas de libre circulación y que garanticen las condiciones humanas. (...)

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