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LA EFICACIA SIMBÓLICA DE LA POLICÍA: NEOLIBERALISMO, SUBJETIVIDAD Y SEGURIDAD

El neoliberalismo lleva cuatro décadas esculpiendo lo social mediante la creación de situaciones de competencia que producen de manera constante relaciones de mercado y sujetos dispuestos a manejar su vida como una empresa (Laval y Dardot, 2013), pero también la producción de víctimas sacrificales entre quienes quedan fuera de los cada vez más estrechos umbrales de los derechos de ciudadanía o las capacidades asistenciales (Brown, 2021). Las subjetividades resultantes, no sin resistencias y contradicciones, asumen la disposición a asumir riesgos en la cara vista de sus biografías (Lorey, 2016), lo cual implica, de manera paradójica, construir aseguramientos en las caras ocultas para no caer en -y alejarse de- el grupo de los sacrificados. En ese contexto, la seguridad ciudadana se convierte en la metáfora de la protección ante la inseguridad social generalizada. La eficacia de los agentes de seguridad no es tanto material como simbólica: la Policía, a partir de una construcción cultural constante, se convierte en héroe de todo tipo de problemas que exceden lo meramente delincuencial, y cuando lleva a cabo acciones que demarcan claramente las fronteras binarias entre los espacios propios y ajenos, y entre los ciudadanos legítimos y los sujetos amenazantes, construye una serie de víctimas sacrificales que tendrán muchas similitudes con las que el proyecto social neoliberal ya ha dibujado previamente.  Las figuras securitarias proporcionan, en definitiva, una ilusión de orden social (Fassin, 2013), llevando a cabo un trabajo socio-moral que habla el lenguaje cultural del anhelo de protección mediante acciones de inmediatez, visibilidad y protección masculina.