Los estudios previos de tipo antropo-psico-sociales realizados dentro y fuera del estado español concuerdan que las sociedades se ven comprometidas por experiencias traumáticas producto de la violencia política, que no solo marca a la generación que las vive, sino que son transmitidas a la segunda, tercera e incluso cuarta generación de muy variadas formas. En el caso de nuestro país, debido al silencio impuesto por la dictadura tras la Guerra Civil, no hubo posibilidad de elaboración del dolor que la misma trajo consigo. Y sin la posibilidad de construir una narración de los hechos, sin opción de ponerle palabras al llanto, sin representación simbólica de lo vivido individual y socialmente, dicha memoria se transmite a la siguiente generación sin haber sido transformada, impregnando de esa marca a la generación siguiente y creando en ella un vacío de identidad (Morandi, 2012). Nuestra intención en esta comunicación es, analizar desde una mirada de género, el impacto psicosocial en la segunda, tercera e incluso cuarta generación, cuya experiencia en relación a los hechos traumáticos vividos durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra está condicionada por el forzoso silencio de los años de dictadura posterior, que suprimió la posibilidad de elaboración individual y social de la experiencia traumática y su transformación e integración en la memoria individual, familiar y colectiva. 

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