La Patagonia ha sido significada históricamente como una apetecible tierra de frontera, un finis terrae vacío escenario de solitarias hazañas de conquista capaces de trazar un orden humano por sobre las fuerzas salvajes de la naturaleza. En tiempos recientes, los pioneros de antaño se han convertido en turistas, ambientalistas y empresarios interesados en adquirir derechos de aguas para mega-proyectos extractivistas, tierras para la creación de parques, y paisajes para el desarrollo de proyectos turísticos. Estos nuevos sujetos, atribuibles a la que se ha definido como la posfrontera, han puesto en marcha procesos de transformación social desestabilizantes que han afectado las sociedades locales herederas de los colonos, tanto mestizos como indígenas, que desde finales del siglo XIX han poblado el área. Esta ponencia tiene como propósito relevar como, frente a las oportunidades económicas creadas y a los despojos generados, estas sociedades están redefiniendo las modalidades en que las definen su vinculación con el ambiente y, a través de ello, las formas tangibles y simbólicas de crear comunidad. Esto permite poner en evidencia una serie de incongruencias y paradojas que terminan deconstruyendo los discursos nacionalistas y la lógica racial que los acompaña, así como hacen emerger las lógicas de exclusión y de generación de desigualdades que han sido silenciadas por un imaginario de la (pos)frontera, que tiende a representar la Patagonia como un lugar vacío y apolítico.