En España, numerosos territorios están siendo objeto de un auténtico asedio por parte de multinacionales mineras. La dependencia, a nivel europeo, de ciertos minerales estratégicos por parte de sectores económicos, también estratégicos, así como la dependencia geopolítica en la cadena de suministro por parte de proveedores extracomunitarios, agravada por la COVID-19, ha alentado una escalada de precios de los minerales en los mercados y una ofensiva económica y política, sin precedentes, por parte de empresas mineras. En el caso de España, los emprendimientos extractivistas se localizan en territorios donde se dan adecuadas condiciones naturales, pero también condiciones óptimas de índole social, económica y política. Son territorios que sufren la lacra de un modelo territorial profundamente desigual, en el que coexisten áreas urbanas y ejes de concentración económica y demográfica, con territorios caracterizados por el despoblamiento y el envejecimiento y por la dependencia y la desigualdad. Desde esta perspectiva, amplios territorios del interior de la Península Ibérica localizados en su mitad occidental se erigen como la frontera sur de Europa del “neo-extractivismo”, que se suma al llamado “sur global”. En una tesis doctoral que estamos llevando a cabo con metodología de investigación participativa, basándonos en los planteamientos de la geografía de los conflictos, la antropología del territorio y de los movimientos sociales, investigamos conflictos socioambientales relacionados con la minería a cielo abierto en España y la aparición de nuevos actores sociales, sus identidades colectivas y las nuevas formas de acción colectiva en la defensa de los recursos naturales.