La transición a la democracia en Chile se dio en un marco constitucional y modelo económico heredado por la dictadura cívico militar y se construyó a través de un pacto entre los partidos de la Concertación por la Democracia y los denominados poderes fácticos. En términos de participación política, este pacto, conocido como la democracia de los acuerdos, dio como resultado un escenario social de participación ciudadana que relegó a las fuerzas sociales no articuladas a los partidos políticos a un plano secundario o derechamente inexistente.  La revuelta social iniciada en octubre de 2018, aún objeto de múltiples interpretaciones, representó un cuestionamiento generalizado al modelo que sustentó la transición a la democracia, representada en gran medida por la constitución impuesta por el gobierno del general Pinochet en 1980. Uno de los resultados concretos del estallido social está constituido por el actual proceso constituyente. En esta ponencia intentaré mostrar que, más allá de los diversos logros concretos que puedan conseguirse a través de esta vía -por ejemplo nacionalización de recursos naturales- se ha producido una apertura de lo político hacia nuevos actores y formas políticas que se refleja en formas de participación de colectivos indígenas o de sectores populares actualmente en marcha. La hipótesis entonces es que se ha logrado configurar en Chile luego del 18 de octubre de 2019 una infraestructura socia, llena de formas políticas alternativas, que puja por incidir en el campo político.