Una mirada cruzada entre la antropología del género y la antropología de la historia permite comprobar que las mujeres han carecido de protagonismo en las instituciones religiosa; un hecho claro respecto a la iglesia católica desde su origen hasta nuestros días. Además, hay que señalar que para ellas los conventos, las iglesias y lugares de recogida y atención eran meras extensiones del hogar, espacios a los que se les aplicaba tanto los imperativos ideológicos del parentesco referentes a nominaciones, valores y jerarquías como los ordenamientos de género. En cumplimiento de estas normativas, ayer y hoy, las mujeres religiosas cumplen con aquellos preceptos que el patriarcado ha construido como femeninos y visibilizado como adecuados a su naturaleza y género. Así, su feminidad maternizada, los cuidados extensivos a espacios y lugares determinados, sus deberes hacia los prójimos mediante valores como la caridad, la compasión y la misericordia, y el acompañamiento, amparo y socorro a los más frágiles cubrió una parte importante de la obligación de la iglesia a los desheredados. Estas conductas, reproducidas hoy ante la precariedad de muchas migraciones, diseñan un espacio de interés que demanda un análisis antropológico que permita interpretar cómo se vinculan la gestión del sufrimiento y la gestión de los cuidados con las permanentes preceptivas del género y la ausencia de poder. Para ello, se partirá de investigaciones y etnografía recogida en diferentes lugares de México con migrantes centroamericanos.