Las personas defensoras de derechos humanos promueven o procuran la realización de derechos humanos y libertades fundamentales. Su rol es un pilar fundamental para construir una sociedad democrática, considerando que actúan como garantes contra la impunidad. A pesar de su importancia, esta es una actividad peligrosa en muchas regiones del mundo, siendo una de las más riesgosas y mortíferas en Latinoamérica. Frente a esto, además de la protección especial que brindan los sistemas regionales e internacional de derechos humanos, las/os defensoras/es desarrollan prácticas de resistencia frente a los riesgos asociados a su labor. Debates actuales en el mundo académico y los activismos, plantean perspectivas sobre el autocuidado como una práctica política de resistencia, donde la autopreservación confronta la violenta aniquilación de las/os defensoras/es. Asimismo, el autocuidado se entiende simultáneamente como personal y colectivo, siendo posible cuando se practica como cuidado colectivo. A partir de una investigación realizada desde una perspectiva etnográfica con personas defensoras de derechos humanos en relación con la violencia policial en Chile, en esta presentación abordaré los discursos y prácticas de autocuidado de quienes ejercen esta labor. Reflexionaré sobre las prácticas colectivas e individuales de autocuidado para enfrentar los riesgos de que su labor sea interferida o de sufrir daño físico y/o psicosocial. También abordaré desafíos para ejercer el autocuidado y prácticas que van en sentido contrario al cuidado de las personas defensoras. Las prácticas de resistencia frente a la violencia policial dan cuenta de puntos críticos que contribuyen a comprenderla.