La investigación realizada en San Felipe Usila, comunidad chinanteca del estado de Oaxaca, México, empleando la observación participante y las entrevistas semiestructuradas para recabar la información etnográfica, constata que la aparición de un trastorno esquizofrénico en un hombre o una mujer casada incide sensiblemente en la relación matrimonial. Las alteraciones del pensamiento, la emocionalidad y la conducta provocan problemas de convivencia, deficiencias en la relación comunicativa y psicoemocional de la pareja y el incumplimiento parcial o total de los roles conyugales debido a la discapacitación causada por el descontrol mental y, cuando la persona enferma está medicada, como consecuencia de sus déficits cognitivos y los efectos adversos de los psicofármacos. Estas incidencias llevaron a la ruptura matrimonial en dos casos, pero, en Otras temáticas seis, el vínculo conyugal se mantuvo y el cónyuge se convirtió en el cuidador de su esposo o esposa enferma. El cónyuge cuidador se ve impelido a conocer, comprender y manejar el padecimiento mental y sus síntomas, así como las acciones de cuidado necesarias para atender médicamente la enfermedad y procurar que su mujer o su marido mantenga un estado mental controlado en la vida cotidiana. Dicho aprendizaje va acompañado de un proceso psicológico en el que el cónyuge asume que la enfermedad mental no es curable e inevitablemente va a afectar al buen cumplimiento de las obligaciones matrimoniales, a la comunicación, la afectividad y el apoyo mutuo de la pareja y a su participación en los eventos sociales de la comunidad.