La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días pertenece a una corriente escatológica milenarista surgida del protestantismo, lo que significa que su dogma eclesiástico se sostiene sobre la creencia de la inminencia de la parusía. De acuerdo con esto, la Iglesia está construida a la manera de un plan de contingencia colosal, en contraposición y para salvaguardarse de una sociedad externa malévola. Asimismo, esta estructura sirve para enfrentarse a eventos catastróficos sobrevenidos que muchas veces son interpretados como señales de la proximidad de la Segunda Venida, como la crisis del COVID-19. El plan de contingencia colosal de la Iglesia, basado en valores como la autodisciplina, se fundamenta en el Plan de Bienestar, caracterizado por las prácticas de autosuficiencia, las ofrendas de ayuno, el pago del diezmo, voluntariados locales y ayuda humanitaria, siendo todas estas prácticas parte del conglomerado económico eclesiástico, destinado a la contribución de la “obra divina”, esto es, la restauración de la Iglesia Verdadera en la Tierra. La investigación se ha centrado en el análisis fáctico y la percepción de la eficacia tanto del Plan de Bienestar, como de las medidas de emergencia tomadas por la Iglesia durante la crisis del COVID-19. Asimismo, se analiza como opera el estigma entre sus miembros en el contexto de la obtención de recursos por parte de la Iglesia y el clientelismo eclesiastico. Por último, se realiza un análisis sobre la irrupción de lo sagrado en los hogares durante la pandemia y sus consecuencias.