A partir del gobierno surgido de las elecciones de 1983, que ponen fin a la dictadura militar, se hace imperiosa la necesidad de reformar la legislación vigente, actualizándola de acuerdo a las convenciones internaciones e incorporando las demandas sociales al respecto. Así, se van aprobando el Divorcio Vincular, la Patria Potestad compartida, entre otras. Este proceso de democratización es paralelo al recrudecimiento del discurso y los recursos que  se ponen en marcha para oponerse a las reformas legales. En ese discurso, encabezado por la Iglesia Católica,  la “defensa de la familia porque está en peligro”, ocupa un lugar central. Aparece no sólo en los casos mencionados sino que se continúan cuando se discutieron los contenidos básicos de la educación; la Unión Civil; la Ley de Educación Sexual Integral, la aprobación del Protocolo CEDAW, el Matrimonio Igualitario y por supuesto la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Nos interesa rastrear ese discurso “antiderechos” como se lo denomina en Argentina, que parte de la concepción de la familia como una unidad moral, más allá de los cambios históricos. Como un modo de pensar y organizar las relaciones sociales que involucran concepciones acerca de las relaciones de género y de las relaciones interpersonales

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