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UN ETNÓGRAFO BISOÑO. NOTAS DESDE UN CENTRO TETUANÍ DE TUTELAJE PARA NIÑOS

El autor, de modo hábil, y con gusto evidente por la buena escritura y con la clave en el bolsillo de no soltar al lector, nos va conduciendo a un final de sus memorias, que no son memorias, más bien pasajes inconclusos de un debate existencial por entrar a otras culturas y desde allí quizá verse así, y ofrecer sus conclusiones como la otra cara de una tesis. Los invito a viajar por este escrito, para quienes quieren disfrutar de sorpresivos desplazamientos, siempre con nuevos pretextos, desde su España natal a ciudades de la vecina África en búsqueda de saberes, de temas, de inspiración, pero también de contacto humano. Seria quizá esta la principal virtud del autor, entrar en comunidades, las marroquíes y otras más y dejarse sorprender, para disfrutarlas con el dialogo, conocer sus ritos e impregnarse de sus vidas, dejando por prueba varias notas en sus “salidas de campo”. Los lectores se van a encontrar con algunos debates de las ciencias sociales hasta ir llegando a un campo que su autor conocía de oídas por muchas fuentes, académicas y afectivas, y lo atraía como una estrella, los imaginarios sociales, del cual se va encantando para organizar desde allí sus observaciones y descubrir que, a ese nuevo territorio de saberes permeables que le impactaba, no le es ajeno el arte, los ritos, la religión, la nación, o el viaje mismo. El viaje, entonces, que inició desprevenido para conocer Otras temáticas lugares, s e revela como la clave para escribir: es cribir su tesis desde los imaginarios de las comunidades que visitaba y lograr de modo original no solo satisfacer una exigencia académica sino convertirla en una hazaña literaria. En vez de un libro, salieron dos, uno lee al otro y viceversa.