El 8º Congreso de la AIBR permite pensar, con mis compañeros y compañeras de disciplina, la frontera como el lugar donde situarnos para pensar la etnografía; las metodologías y las técnicas de investigación. Pensar la frontera, desde  lógicas de(s)coloniales, desde pensadores y pensadoras que han crecido, vivido o bien transitado la(s) frontera(s), desde diferentes matices por sus propias vivencias, pero con un factor denominador; reconocer vidas en las fronteras, vidas invisibilizadas y menospreciadas, porque cuestionan las homogeneidades y las hegemonías, pero vidas que evidencian esas fugas, que permiten extender rupturas, cuestionando los parámetros científicos establecidos, las objetividades hegemónicas. La frontera se convierte en un escenario rico a nivel conceptual (la doble conciencia de Du Bois (1903) la doble visión de Wright (1991), el criticismo en la frontera de Calderón y Saldívar (1991), la doble traducción del subcomandante Marcos (1997a), la hibridez/sincretismo de Shohat (2008) o la new mestiza consciousness de Anzaldúa (1999)) para el desarrollo de las complejidades, así como de las posibilidades de crear y consolidar etnografías otras, que nos permitan desplazarnos de ese centro hegemónico (las que supuestamente estamos en él porque Otras temáticas y otras han enunciado que nuestro lugar era ese) o desde esos espacios subalternos (donde se ha situado a los, las y les otres), y pensar en colaboración desde los límites, desde los márgenes, desde esa frontera que se convierte en un espacio para la creación y consolidación de otras formas o formas otras de hacer investigación.