La soledad no deseada está considerada como una de las problemáticas sociales más relevantes de nuestro tiempo. En los últimos años numerosas investigaciones han remarcado la explosividad y extensión de un fenómeno que, además, se ha visto agudizado por la pandemia provocada por la Covid-19. Así mismo, las administraciones públicas y las entidades del tercer sector comienzan a reconocer en la soledad no deseada lo que se ha dado en llamar una pandemia silenciosa y a invertir importantes recursos en detectarla y tratar de ponerla fin. Sin embargo, la antropología, salvo en contadas excepciones, no ha fijado su interés en dicho fenómeno, relegándolo, en general, a una cuestión psicológica. Este hecho puede no resultar extraño si atendemos a la complejidad que presenta para un saber como la antropología, que analiza lo social y sus productos culturales, un objeto de estudio definido históricamente como la ausencia o falta de aquello que constituye, precisamente, lo social. Es por ello por lo que se requiere un análisis que afronte las condiciones de posibilidad de una antropología de la soledad no deseada con capacidad de aportar nuevas reflexiones y formas de entenderla y afrontarla. A esta cuestión se enfoca la presente comunicación que, revisando las actuales aportaciones y debates en las ciencias sociales y biomédicas sobre la soledad no deseada, busca abrir un espacio de interrogación acerca de cómo enfrentar este peculiar objeto de estudio, tanto teórica como epistémica y metodológicamente, desde la antropología.