Las modificaciones generadas y promovidas por el llamado urbanismo táctico se presentan a sí mismas de, al menos, dos maneras. Por un lado, se alzan como infraestructuras de bajo costo que buscan generar un alto impacto en la vida cotidiana de quienes las utilizan y co-habitan la ciudad con ellas. Además, se piensan de manera flexible, inacabada y adaptativa. Por otro lado, estas modificaciones se presentan como producto de procesos de colaboración y participación. Es decir, como producto de las necesidades enunciadas por quienes habitan la ciudad. El caso de la implementación de las Superilles en la ciudad de Barcelona es un ejemplo de la implementación de este tipo de modificaciones, pues son presentadas como infraestructuras de alto impacto, de bajo costo y que solucionan las necesidades de la gente de la ciudad. La presente comunicación se propone dos cosas. Primero, el señalar cómo existe una dimensión técnica en la construcción de estas infraestructuras que construye una serie de límites, de buenos usos y de públicos deseados. En otras palabras, el estudio de estos procesos tecnocráticos permite ver para quiénes están dirigidas estas infraestructuras y quién es la gente a la que, desde la planeación, se le busca solucionar sus necesidades. En segundo lugar, la comunicación se propone presentar esta clase de modificaciones como un espacio de experimentación, en el que la misma naturaleza flexibledel urbanismo táctico, es fundamento de la construcción de distintos prototipos de ciudadanía y de públicos que son “aptos” para la ciudad del mañana.