Las trabajadoras sexuales se han organizado políticamente en torno al reconocimiento de sus derechos civiles, sociales y laborales desde hace más de cuatro décadas en distintas partes del mundo. Sin embargo, nos hemos interesado en las trabajadoras sexuales como actoras políticas y en sus acciones colectivas desde las ciencias sociales sólo en los últimos años, a través del estudio de del estudio de los afectos en la organización política, el empoderamiento político y comunitario para luchar a favor del bienestar de este colectivo, la movilización de trabajadoras sexuales en contra de la violencia. Para continuar contribuyendo su quehacer político, propongo en la presente comunicación exponer cómo las relaciones de género articulan a las acciones colectivas cotidianas de las trabajadoras sexuales. Para ello, he realizado una etnografía desde agosto del 2020 a diciembre 2021 en una organización de trabajadoras sexuales en el norte de Chile utilizando una perspectiva etnometodológica feminista. Los resultados preliminares señalan que las relaciones de género articulan de dos maneras, (i) la política sexual heteronormativa coarta la posibilidad de aparecer en el espacio público para la reivindicación de sus derechos, (ii) politiza y colectiviza acciones cotidianas asociadas a los cuidados mutuos, autonomía laboral y redes de apoyo de trabajo informales.