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URBANISMO TÁCTICO EN MEDELLÍN. OTRA ESTRATEGIA URBANA PARA DESCONFLICTIVIZAR CIUDADES

En el apogeo de las ciudades modelo de buenas prácticas y de las intervenciones urbanas que instrumentalizan el concepto de espacio público para consolidar su discurso, sobresale la ciudad de Medellín que ha implementado el Urbanismo Táctico como otra más de las condicionantes del control neoliberal para imponer su orden.   Teniendo en cuenta que según la OMS, Medellín tiene un déficit de 11,36 m2/hab. de espacio público, el ayuntamiento viene instaurando gradualmente el Urbanismo Táctico como extensión de las estrategias del Urbanismo Social, el Urbanismo Cívico Pedagógico, el Urbanismo Vernáculo, y el Urbanismo Espontaneo, donde sobresalen intervenciones para el ocio en barrios marginales y que para la apropiación del espacio público peatonalizan tramos viales con actividades lúdicas, aplican arte urbano para “el mejoramiento de fachadas”, e instalan mobiliario y macetas para “gestionar el tránsito peatonal”. Mangalibre (2011), Días de Playa (2014), Parque Lleras (2016), Cruces Seguros (2017), El Oasis (2017), y Parques de Bolsillo (hoy), son algunas de las actuaciones donde esta ciudad mercantilizada sigue arraigando términos como empatía, proximidad, flexibilidad, legibilidad, resiliencia, derecho a la ciudad, entre Otras temáticas, mientras su deterioro y abandono (su actual estado de ruina) señala una verborrea de conceptos donde la realidad no existe. Si bien quisiera ser estimulante, vendible e incuestionable, el Urbanismo Táctico debe ser revisado desde su pertinencia o inconveniencia, más aún cuando simboliza las aspiraciones de una ciudad desconflictivizada que, continuando con el discurso ciudadanista, corresponsabiliza a sus ciudadanos de la incapacidad del estado frente a sus actuales problemáticas sociales.