A través de cuerpos donde el pelo y el bello se entiende como un espacio descolocado y ajeno, se analizan, en primer lugar, las dinámicas biopolíticas, naturalizantes y hegemonicas que llevan a ser determinadas formas estéticas en torno al cabello una parte de la representación de la otredad y la alteridad, y espacios donde el racismo, las necropolíticas y la interseccionalidad de las marginalidades, otras. Desde aquí se entienden los principios en cómo esas estéticas han sido reapropiadas por ciertos colectivos sociales como señas de identidad y, en cierta medida, como una mirada contracultural y resistente; donde las tensiones entre hegemonía/resistencia, discurso/epistemología y poder/saber se dan de manera real, compleja y visible. En efecto, se trata de analizar cómo desde las mujeres barbudas de los Freaks Shows hasta los modernos bigotes del performance queer, pasando por los pelos de las adelitas, las cholitas paceñas o las representaciones de Frida Kahlo, el bello es resignificado como un ejercicio político, donde la estética se convierte en símbolo y, también, en manifiesto y, no pocas veces, en panfletos de una mirada nueva y esperanzadora.