La antropología reflexiva en Chile ha realizado, básicamente, un ejercicio de reconstrucción histórica, analizando los diseños institucionales y cartografiando el conocimiento que ha producido a lo largo de su desarrollo. Ninguno de estos proyectos concibe el trabajo reflexivo como un ejercicio crítico capaz de abordar las insatisfacciones, pudores o malestares de sus miembros. Esta ponencia se concibe como una antropología reflexiva que analiza críticamente aquellas zonas que han sido formuladas como problemas o han sido disputadas por quienes se consideran parte de esta comunidad disciplinar. La ponencia ofrece una observación comprensiva de la cultura disciplinar investigando sus fronteras y fracturas internas. Específicamente, el modo en que la cultura disciplinar ha arreglado las relaciones entre la antropología académica y la antropología aplicada. Aborda, particularmente, las formas de calificar, valorar y clasificar los distintos tipos de desempeño que desarrollan sus profesionales. Esto significa observar el tipo de economía moral que la antropología chilena ha producido a lo largo de su historia. Las fronteras internas no solo separan dos órdenes de actividad, establecen esquemas de clasificación y distinciones de valor que implican moralmente a las y los profesionales que se desempeñan a cada lado de la frontera. Este ángulo de análisis permite reconocer el tipo de sentimientos y afectaciones que experimentan quienes han priorizado una trayectoria profesional en la antropología chilena. Por lo tanto, está en condiciones de elaborar juicios y replantear la posición paralela y marginal en la que se ha situado la antropología aplicada en el país