La práctica regular de actividad física genera múltiples beneficios en salud a lo largo de la vida. Para niños y jóvenes, revisiones internacionales demuestran los beneficios directos para la salud en el desarrollo físico, psicosocial e intelectual y su impacto a la edad adulta. A pesar de los beneficios documentados y la amplia divulgación de recomendaciones, la práctica es baja y desigual. Se realizó abordaje etnográfico en dos ciudades capitales colombianas (Bucaramanga y Barranquilla). Participaron 19 instituciones educativas de entornos urbanos, ubicadas en estratos socioeconómicos 1 a 3 (bajo y medio-bajo). Al interior de las IE se identificaron cuatro actores para llevar a cabo la recolección de información: escolares de tercer grado de Educación Primaria; acudientes y cuidadores (madres/padres/abuelas); docentes titulares de curso; y personal directivo (coordinadores, rectores, psico-orientadores). Para la recolección de información se usaron cuatro herramientas: observación participante, entrevistas semiestructuradas, cartografías y relatos abiertos. Se encuentra que la práctica de actividad física de los escolares tiene lugar en el marco que proveen espacios y las normativas establecidas en las dos instituciones en las que transcurren sus vidas: la familia y la escuela. Se destaca la violencia estructural que se refleja en limitados recursos económicos de las familias, en los barrios de residencia y ubicación de IE que son percibidos como violentos, así como, plantas físicas de IE y normatividad educativa que restringen la práctica de AF. Asimismo, el género, que estructura posibilidades de práctica para niños y niñas, especialmente evidenciado en el ámbito escolar. La pandemia acentúo esta situación.