La situación de confinamiento que se produjo de manera forzada en marzo de 2020 puso en evidencia muchas situaciones de fragilidad y vulnerabilidad sobre todo en el caso de las personas mayores. Muchas de ellas, sobre todo aquellas que vivían solas, vieron limitada su capacidad de interacción y de resolución de las necesidades a satisfacer en el día a día. En este contexto, la respuesta de las administraciones públicas se tuvo que adaptar de forma rápida a la nueva realidad. En muchos casos la adaptación se produjo de forma satisfactoria, y se produjeron respuestas rápidas a muchas necesidades concretas expresadas por las personas mayores. También la mayoría de los casos la acción ciudadana, creada de forma más o menos espontánea, complementó la acción de las administraciones públicas en la materia. En muchos pueblos o barrios las redes de solidaridad ciudadana surgieron para ayudar en la compra, en la compañía o en el reparto de enseres a personas mayores en situación de fragilidad. Transcurridos dos años desde la eclosión de estas realidades, esta comunicación analiza el desarrollo de estas experiencias en algunos municipios de la Comunidad Autónoma del País Vasco y su diferente articulación en función de la relación establecida con cada una de las administraciones públicas.